06 diciembre 2010

RECUERDOS DE NIÑEZ EN LA PEÑA I

RECUERDOS PERSONALES

De aquellos tiempos de la década de los 50 que viví en La Peña, los recuerdos de la niñez me vienen a la memoria asociados a los ruidos de la actividad minera, pues a través de ellos me situaba mentalmente en cada lugar.
............Durante la noche, desde la cama, podía oír la campana del Pozo Maestro, que con sus toques en clave anunciaba al maquinista la maniobra que tenía que realizar. Era el único sistema de comunicación que tenía el interior de la mina con el exterior. Por esos toques el maquinista sabía entre qué niveles tenía que desplazar la jaula y si traía personal o vagonetas, "continos", con el mineral.

El tremendo ruido de la trituración primaria de la machacadora situada junto a la bocamina, se producía al romper el mineral que procedía de las voladuras del interior de las galerías a tamaño "puño ", unos 120 mm. Este producto quedaba recogido en unos depósitos, que por su parte inferior, a través de tolvas, se cargaba en trenes de vagones para ser transportados mediante el ferrocarril interior, con máquinas de vapor a la trituradora secundaria, "cernidora ", que estaba situada junto a la antigua estación de ferrocarril, a mitad del trayecto entre la Peña de Abajo y la Peña de Arriba. En esta planta el mineral quedaba fraccionado a menos de 6 mm, para su venta como mineral crudo.
............Posteriormente el mineral que procedía de la machacadora primaria pasaba a molienda y flotación en una planta, "concentrador ", que en época de los españoles se construyó detrás de la calle San Carlos, transportándose por carretera el producto, pirita "flotada ", al puerto de Huelva.
............Otro de los sonidos que de alguna manera marcaban las pautas de conducta de los habitantes de La Peña, era la campana del taller. Precisa como el reloj de las torres en los pueblos, sus toques indicaban a los obreros el inicio y fin de la jornada o la hora de la comida. Por eso, si nos remontamos a la época en que el reloj de pulsera no era habitual, nos podremos imaginar lo que significaba el toque de esta campana para toda la población. Con el tiempo, la campana tue sustituida por una potente sirena que se instaló en la central eléctrica. "La vaca " se oía desde todas partes y la pregunta de "¿Ha sonado la vaca?", era muy frecuente e indispensable para situarnos en el tiempo.

No menos habitual era el sonido de la fragua, situada junto a la casa de máquinas del Pozo Maestro. Había un martillo pilón que, previo calentamiento, afilaba las puntas de las barrenas que los mineros utilizaban para abrir el hueco para los barrenos.
Y del nuevo compresor colocado al principio de la galería que daba paso a la corta, al final de la calle del Taller, ¡qué voy a contar! ¡horroroso!
............Ruidos todos ellos a los que sumar el característico sonido de las locomotoras de vapor con su típico silbido; o el de la máquina de sierra en la carpintería, situada en la parte alta del Taller, lindando con el Botiquín, que al fabricar las traviesas de las vías del tren y la madera para la entibación de las galerías, nos deleitaba con su típico eco de sirena. Sonidos lodos ellos que servían de acompañamiento del día a día en el paso del tiempo.
............Los domingos y festivos nos reencontrábamos con la naturaleza. El silencio absoluto sólo se rompía con el trinar de los miles de gorriones que se posaban en los eucaliptos alrededor de las viviendas. Las golondrinas, que tenían su cuartel general en las cornisas de las Oficinas Generales también contribuían al espectáculo. El ladrido de los perros que los aficionados a la caza cuidaban con esmero, daba fe de su presencia.

Y recuerdo a los mineros, esa gran mayoría de los trabajadores que se afincaban en el poblado minero, aunque otro número importante de ellos se trasladaba diariamente a la mina desde las localidades cercanas: Nerva, Campofrío, La Granada de Río Tinto, La Dehesa, y lo hacían andando o en bicicleta, pues nunca existió el transporte público y en aquella época los vehículos a motor no estaban a su alcance.
............De qué estarían hechos estos hombres, que después de cubrir estas distancias por caminos empinados y pedregosos, luchando con las inclemencias del tiempo, tenían que realizar sus tareas en el interior de la mina, arrancando el mineral y cargándolo en las vagonetas, valiéndose exclusivamente de su esfuerzo físi­co, en un ambiente casi irrespirable y con un calor sofocante. Y después del traba­jo, a muchos de ellos se les podía ver, azada en mano, cavando la tierra en sus pequeños huertos o encaminándose con su burro al monte para buscar leña con la que hacer cisco o carbón para sus casas.

Miguel Vázquez Vázquez

No hay comentarios:

Publicar un comentario