21 junio 2013

Judia verde

La judía tierna es una de las verduras más representativas de la cocina natural, y muy apreciada por quienes entienden que la alimentación es clave para gozar de una vida saludable.


Las judías verdes proceden, según la mayoría de historiadores, del continente americano, concretamente de América Central y del Sur, y se incorporan plenamente a la alimentación europea en el siglo XVI.
Su temporada natural en nuestro país abarca desde el mes de mayo hasta el de octubre, periodo durante el cual su calidad es óptima. Se comercializan fundamentalmente dos variedades: las de vaina ancha y las más estrechas de forma cilíndrica, que contrastan con el aspecto aplanado de las anteriores.


Ligera y saludable
Energéticamente, 100 gramos en crudo de judías verdes proporcionan unas 25 kilocalorías. El elevado contenido en agua, el 90% de su composición, combinado con un 2% de proteínas, un 4% de hidratos de carbono y una nula presencia de grasa, hacen que resulte así de ligera. La misma ración aporta 3 gramos de fibra, soluble e insoluble, lo que contribuye a disminuir el riesgo dietético de presentar una enfermedad cardiovascular, así como a una posible mejora en el control de la diabetes tipo 2 o diabetes del adulto.

Al tratarse de un alimento vegetal, la judía verde no contiene colesterol.
Las ventajas de comer habitualmente alimentos como la judía verde se justifican por su composición. La vitamina C, los betacarotenos y los flavonoides, concretamente la quercetina, suponen un potencial antioxidante muy importante en la prevención de enfermedades como ciertos tipos de cáncer, trastornos cardiovasculares o cuadros neurodegenerativos como el Alzheimer.
Su contenido en potasio hace a la judía tierna diurética y depurativa, y sus vitaminas del grupo B, muy nutritiva.


La presencia de silicio en la judía verde se ha correlacionado con una mejor densidad ósea en la madurez, pues el silicio es importante para la formación de la masa esquelética.
En cuanto a las vitaminas, si no se cuecen en exceso, las judías verdes resultan especialmente ricas en vitamina C y ácido fólico (una ración de 100 gramos cubre el 30% de las necesidades diarias de cada una). También aporta buenas cantidades de betacarotenos, precursores de la vitamina A, y de otras vitaminas del grupo B, como la riboflavina o B2 y la piridoxina o B6.
Como principios activos no nutricionales con actividad biológica, sobresalen antioxidantes como los flavonoides, cuyo papel en la prevención de determinados tipos de cáncer se ha observado en estudios epidemiológicos.

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