El arqueólogo José Antonio Linares compartió sus amplios conocimientos con muchas personas interesadas.
El pasado domingo 18 realizamos una nueva visita a los dólmenes de Rocalero de la mano de un experto en temas dolménicos como es el arqueólogo José Antonio Linares. También asistieron el concejal de Patrimonio del Ayuntamiento de El Campillo, miembros de la Asociaciones ALONGARVI, CISTUS JARA y AMIGOS DEL PATRIMONIO, así como otras personas interesadas en el estudio y en la investigación de estos hallazgos. Por problemas personales, no pudo asistir el concejal de cultura de Zalamea, el cual estaba muy interesado en realizarla.
La visita a estas obras milenarias fue muy fructuosa y José Antonio Linares nos explicó sobre el terreno algunas de las características que tenían los pobladores de estas zonas para realizar este tipo de construcción.
Tenemos que destacar que estos dólmenes son muy similares (incluso pueden ser más antiguos) a los de El Pozuelo contando con una cámara corredor de entre 8 y 10 metros; ampliándose, por tanto, el conjunto dolménico del andévalo onubense.
Los dólmenes han sido expoliados en diferentes épocas, su tierra removida, los ortostatos tirados al suelo y muchas de las piedras que recubren al dolmen a través del túmulo han sido trasladadas de sitio para utilizarlas en la construcción de un cortijo que hay en sus proximidades, por lo que creemos que no contendrá ningún objeto de valor. Lejos de su época, el anillo peristalítico del dolmen nº 2 ha sido utilizado para crear una pared de mampostería y utilizar el terreno como corral para el ganado o era para el trigo.
Cercano a la rivera de Cachán (donde se encuentra el lugar conocido como “La Piedra”) y al barranco de la fuente del Risco, era el sitio ideal para el asentamiento humano, con abundante agua y buenas tierras para su cultivo. En dirección al Cabezo de La Cebada (colindante con la zona de Rocalero) podemos saber de la existencia de otros dólmenes construidos.
Por ello, no es de extrañar que haya restos de otras poblaciones distintas en el tiempo, como son los restos de un poblado tardorromano (identificado anteriormente por CISTUS JARA) del siglo sexto de nuestra era, en donde no hay ningún objeto de valor material, tan solo algunos restos de barro utilizado en las viviendas. Se cree que tras la caída del imperio romano, a partir del siglo IV la actividad minera de Riotinto tuvo un descenso en la producción, por lo que una parte importante de la población tuvo que emigrar a otras zonas y especializarse en trabajos agrícola-ganadero.
Más cercano a nuestra época, de entre 1800-1900 nos encontramos con los restos de un gran cortijo, el cual tenía un amplio corral para los animales y otro con seis majadas para los cerdos, amén de todo el terreno colindante para el cultivo de cereales, pastoreo de animales, etc.
Desde estas asociaciones e instituciones intentaremos proteger estos bienes culturales-patrimoniales para que las generaciones venideras puedan seguir conociendo la historia de sus antepasados, por ello, creemos que sería imprescindible realizar una catalogación y un inventario de este patrimonio, así como una carta arqueológica municipal.
J.Carlos Domínguez
El pasado domingo 18 realizamos una nueva visita a los dólmenes de Rocalero de la mano de un experto en temas dolménicos como es el arqueólogo José Antonio Linares. También asistieron el concejal de Patrimonio del Ayuntamiento de El Campillo, miembros de la Asociaciones ALONGARVI, CISTUS JARA y AMIGOS DEL PATRIMONIO, así como otras personas interesadas en el estudio y en la investigación de estos hallazgos. Por problemas personales, no pudo asistir el concejal de cultura de Zalamea, el cual estaba muy interesado en realizarla.
La visita a estas obras milenarias fue muy fructuosa y José Antonio Linares nos explicó sobre el terreno algunas de las características que tenían los pobladores de estas zonas para realizar este tipo de construcción.
Tenemos que destacar que estos dólmenes son muy similares (incluso pueden ser más antiguos) a los de El Pozuelo contando con una cámara corredor de entre 8 y 10 metros; ampliándose, por tanto, el conjunto dolménico del andévalo onubense.
Los dólmenes han sido expoliados en diferentes épocas, su tierra removida, los ortostatos tirados al suelo y muchas de las piedras que recubren al dolmen a través del túmulo han sido trasladadas de sitio para utilizarlas en la construcción de un cortijo que hay en sus proximidades, por lo que creemos que no contendrá ningún objeto de valor. Lejos de su época, el anillo peristalítico del dolmen nº 2 ha sido utilizado para crear una pared de mampostería y utilizar el terreno como corral para el ganado o era para el trigo.
Cercano a la rivera de Cachán (donde se encuentra el lugar conocido como “La Piedra”) y al barranco de la fuente del Risco, era el sitio ideal para el asentamiento humano, con abundante agua y buenas tierras para su cultivo. En dirección al Cabezo de La Cebada (colindante con la zona de Rocalero) podemos saber de la existencia de otros dólmenes construidos.
Por ello, no es de extrañar que haya restos de otras poblaciones distintas en el tiempo, como son los restos de un poblado tardorromano (identificado anteriormente por CISTUS JARA) del siglo sexto de nuestra era, en donde no hay ningún objeto de valor material, tan solo algunos restos de barro utilizado en las viviendas. Se cree que tras la caída del imperio romano, a partir del siglo IV la actividad minera de Riotinto tuvo un descenso en la producción, por lo que una parte importante de la población tuvo que emigrar a otras zonas y especializarse en trabajos agrícola-ganadero.
Más cercano a nuestra época, de entre 1800-1900 nos encontramos con los restos de un gran cortijo, el cual tenía un amplio corral para los animales y otro con seis majadas para los cerdos, amén de todo el terreno colindante para el cultivo de cereales, pastoreo de animales, etc.
Desde estas asociaciones e instituciones intentaremos proteger estos bienes culturales-patrimoniales para que las generaciones venideras puedan seguir conociendo la historia de sus antepasados, por ello, creemos que sería imprescindible realizar una catalogación y un inventario de este patrimonio, así como una carta arqueológica municipal.
J.Carlos Domínguez