29 noviembre 2009

Cambio de Ruta


Fotos: Francisco Garcia

08 noviembre 2009

VIVENCIAS EN PEÑA DEL HIERRO III

EL POBLADO MINERO DE PEÑA DEL HIERRO

........En el término de Nerva en la provincia de Huelva, a unos 80 km de la capital y a 3 km al Norte de aquélla y a una legua por la carretera del Huerto del Loco, se ubicaban las labores mineras y el caserío al Suroeste del Cerro San Cristóbal, monte en el que se encuentra el vértice geodésico Padre Caro.
..........Dos núcleos principales, La Peña de Abajo y La Peña de Arriba, cons­tituían el poblado minero, a 1 km de distancia uno del otro, separados por el barranco de Las Cruces, que aguas arriba acoge a los diques Tumbanales n" 1 y n° 2. Otros dos caseríos más pequeños, Puerto Alegre y Los Ermitaños, albergaban al resto de la población de la mina.



La Peña de Abajo
..........En este caserío, sin una arquitectura definida, mezcla de colonial y rural, se encuentran los edificios más significativos. Por su proximidad al yacimiento estas edificaciones debieron de ser las más antiguas, pudiendo datarse entre 1882 y 1900, cuando la compañía The Peninsular Copper, C. Lted, más tarde S.A. Peninsular, lo estuvo explotando. Las últimas en construirse fueron la Casa de Huéspedes y la hilera con dos viviendas que siguiendo la alineación de este edifi­cio hacia el Sur, se levantaron junto al campo de tenis entre 1904 y 1905, años en que era propietaria de la mina The Peña Koper Mines Líed.
..........En la zona más alta de este entorno se alzaban la Casa Dirección, la Casa de Huéspedes o fonda y las Casas de Empleados, que de alguna manera cons­tituían una plaza, denominada Plaza del Centro, que era el tenis. Frente a los jar­dines de estas casas se erigía una fuente ornamental con un pequeño surtidor. Casi siempre estuvo seca y rellena de tierra, aunque en los últimos años fue restaurada.
..........En un nivel ligeramente inferior se extendía el campo de tenis. La pista de juego, que al principio debió de ser de tierra batida, últimamente estaba hecha de cemento y se conservó en buen estado hasta los últimos tiempos. Dos gradas construidas sobre un lateral, aprovechando el desnivel del terreno, servían de asiento a los espectadores. Inmediatamente detrás se mantenía el pavimento de lo que fue la caseta vestuario y almacén de accesorios para la práctica de este depor­te. A fines de los años 50 el campo de tenis fue destruido para extraer el mineral calcinado, morrongo, que se encontraba debajo. El resultado de esta operación deterioró gravemente el paisaje.
..........Este área tenía características peculiares en la época de la compañía inglesa. En parte estaba amurallada y franqueada a través de una cancela de hie­rro, que impedía la entrada por los accesos que proceden de Nerva. Para salvar el obstáculo, desde este punto, partía una carretera de circunvalación, que rodeaba los jardines de la Casa Dirección y conducía a la zona de los Talleres y de la Cooperativa. En el primer tramo de este ramal, por el lado que daba a las casas, se extendía el muro y por el otro estaba sembrado de pitas, lo que servía de protección al terraplén que conducía a un gran corralón en el que se almacenaba diverso material de ferrocarril y piezas de grandes dimensiones. A su vez, estos arbustos servían de ornamentación ya que en esta época estaban muy desarrollados, con tallos de unos 3 a 4 metros que sostenían las flores y el fruto, llegando a medir sus hojas casi 2 metros de longitud.
..........En niveles inferiores del terreno, hacia el Noreste, se encontraban Los Talleres, el Economato, conocido como La Tienda, y las calles San Teodoro, lla­mada comúnmente calle del Taller, y la de San Carlos; y más abajo, hacia ponien­te, las Oficinas Generales, que ocupaban un gran edificio de dos plantas.
..........El acceso a los Talleres, desde la carretera y a la altura del Economato, se hacía cruzando un puente, bajo el que pasaba el ferrocarril procedente de la corta o la trituradora hasta los vacies situados junto a las oficinas y terminaba en la Planta de cribado o Cernidora. Por este mismo puente se accedía también a la calle del Taller y siguiendo recto, tras subir una empinada cuesta y girando a la derecha se llegaba al Pozo Maestro, y si el giro era a la izquierda se iba al Botiquín, sito en la parte alta del taller de carpintería. Continuando desde el Botiquín hacia poniente e inmediatamente detrás de la Casa de Huéspedes, se abría un gran pinar de pino piñonero, acompañado del típico matorral, y se llegaba al llano de Las Cuadras, donde tenían los ingleses los caballos para la práctica de la equitación y de cuyos establos, perfectamente acondicionados, todavía se conservan restos de los pesebres, que estaban revestidos de azulejos de cerámica, y del poyete de dos peldaños que utilizaban para subirse a los animales.
..........Todo el conjunto se asentaba sobre un terreno muy desigual, disimula­do por la exuberante vegetación, de grandes eucaliptos, entre los que surgían dife­rentes arbustos de crecimiento espontáneo. Este monte matorral lo formaban fun­damentalmente jaras, brezos e hierbas que le daban a la zona una particular belle­za, lo que contrastaba, tal como se aprecia en los documentos fotográficos de prin­cipios del siglo XX, con la inexistencia de vegetación en la cuenca minera, como consecuencia del efecto devastador que causaban los humos de dióxido de azufre por la testación de pirita al aire libre, las teleras, y por la tala de árboles que ser­vían como combustible para este fin.




..........Las casas de Dirección y de Empleados, eran de sólida construcción con anchos muros de pizarra y hermosas habitaciones que estaban bien ventiladas por amplias ventanas y tenían chimenea en el salón. Disponían de marquesina y jardín en la entrada principal, así como de un gran patio, con carbonera y retrete, en la parte posterior. En la cocina y en la pila de lavar, situada en el patio, había agua corriente, si bien el aseo en la primera época se hacía en el típico palanganero, con espejo y jarro para el agua. Más tarde se construyeron cuartos de baño, similares a los actuales, con termo eléctrico que proporcionaba el agua caliente. Las demás casas, en las calles San Carlos y San Teodoro, no tenían jardín ni patio y tampoco agua corriente, estando los retretes comunitarios en las inmediaciones. No obstan­te, algunas de ellas fueron modernizándose con el tiempo.

..........Todo este paraje culminaba hacia el Este con el majestuoso malacate levantado en 1904 sobre el Pozo Maestro y construido con madera. Ha servido de portada a multitud de informes y revistas y de él al menos existen tres réplicas que perpetúan su recuerdo, una a escala natural en Nerva, con las poleas originales, otra reducida en la Universidad de Huelva, y otra en el lugar original donde desapareció en un incendio, que se dice fue intencionado.
..........A la espalda del malacate, tras un perfil muy empinado, se encuentran la corta y las escombreras de estériles, que con una geometría casi perfecta, mar­can los niveles de los bancos de explotación de los que habían sido extraídos. Los diferentes colores de los materiales que allí están depositados, en los que sobresa­le el rojo del gossan, que intercalado con ocres y otros tonos amarillentos, le dan a la zona una singular belleza. En la coronación de estas escombreras se encuen­tran Los Riscos, del mismo color rojo que los óxidos de hierro. Fue este particular remate el que sirvió de referencia para darle a la mina el nombre de Peña del Hierro.

Miguel Vázquez Vázquez

04 noviembre 2009

Canteras medievales de El Campillo

Canteras medievales de piedras de molino.
Término Municipal de El Campillo.
Ricardo Gómez Ruiz
Las piedras molares.

Las veinticuatro piedras o partes de ellas halladas en los molinos del Odiel no presentan orificios para los pernos de la cabria elevadora. El montaje y desmontaje se realizaba mediante cuñas y palancas. Tampoco estrías ni canalillos de lo que se deduce un picado por el método primitivo del punteo.

Sus dimensiones varían siendo las antiguas mas pequeñas, con un diámetro aproximado de 110 centímetros y 14/16 centímetros de grosor. La mayor es una piedra de 126 por 18, de factura moderna aunque artesanal.

Su peso aproximado oscila entre 375 y 650 Kilogramos.

Los análisis petrográficos fueron realizados en la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad de Huelva y dieron como resultado cuatro clases de rocas diferentes que parecen concordar con épocas determinadas.

Tipo a. Tobas sicilicas cloriticas.
Son típicas de la Faja Pirítica del Sur. Se localizan en bandas
estrechas con dirección Este-Oeste.
Tienen esta composición las piedras halladas en los molinos mas antiguos. Trozos de ellas se presentan como material reutilizado en molinos del río Tinto, documentados desde el siglo Quince y en los que parecen mas antiguos en el Odiel.

Tipo b. Granitos biotiticos.
No son propios de la zona. Las primeras afloraciones se localizan al norte de Campofrío, donde no hemos hallado restos de canteras.
Tienen esta composición varias piedras utilizadas para reparar molinos en el río Tinto, en reparaciones constatadas de molinos efectuadas a finales del siglo Dieciocho o posteriores en el Odiel.

Tipo c. Granitos biotiticos con feldestatoides.
Son piedras de color rosado que no existen en la zona.
Tienen esta composición las molares que se usaron en molinos
operativos a mediados del Diecinueve.

Tipo d. Cuarzo.
Aparece asociado a las tobas volcánicas. Común en la zona con potencias entre los 50 y 100 centímetros, suficientes para construir piedras.
Tienen esta composición la piedra de un molino de cubo ubicado en la rivera de El Villar , otro en el Odiel y un trozo usado como arquitrabe en el Tinto. La documentación de archivo indica que pudieron estar operativas entre el siglo Dieciocho y mediados del Diecinueve.

Canteras.

Se han localizado ocho canteras de piedras de molino que a continuación enumeramos:


1. El Campillo Viejo. (Umbrías del río Tintillo).
Toba feldespática muy alterada.
2. El Campillo II. (Umbrías del río Tintillo).
Toba silícica clorítica verdosa.
3. El Campillo III. (Umbrías del río Tintillo).
Toba silícica clorítica.
4. El Prao del Abad I. (Alájar).
Granito biotítico. Cristales negros.

5. El Prao del Abad II. (Alájar).
Granito biotítico. Color rosado.
6. Las Malenas I. (Alájar).
Granito biotítico. Color blanco.
7. Las Malenas II. (Alájar).
Granito biotítico. Color blanco.
8. La Obra Pía. (Aracena).
Granito muy alterado.


Las piedras de las canteras 3, 4, 5, 6 y 7 poseen composición mineralógica y estructura idénticas a las que tienen las molares halladas en el Odiel.

Transporte de piedras.

Las canteras de las que parecen ser originarias las piedras están todas junto a caminos antiguos conocidos. Una vez contratadas, su fabricación se realizaba “in situ” por maestros canteros. Su transporte hasta el molino era un proceso complicado y lento que requería la asistencia de varias personas para dirigir y frenar. Por el ojo de la molar se introducía un eje de madera en cuyos extremos se colocaban tiros uncidos a vacas o mulas. La rueda se desplazaba girando por su superficie lateral y a fin de no desgastarla por el roce de los caminos, iba protegida por una cubierta de matojos y tejidos de saco atados con cuerdas que había que reemplazar frecuentemte. Antes de pasar, se preparaba en la rodadura una cama de matorral. A veces la rotura del eje, un movimiento incorrecto o una cuesta pronunciada hacía fracasar el transporte . Hay una volandera rota en pedazos en las umbrías de Juan Palomo, cerca del Odiel, debido a uno de estos accidentes.


TRANSPORTE DE PIEDRAS DE MOLINO EN LA ZONA
(Según referencias obtenidas por transmisión oral)

02 noviembre 2009

LOS MOLINOS DEL RÍO ODIEL (El Campillo) 5ª Parte

Ricardo Gómez Ruiz
Localización

Parece razonable pensar que siendo los molinos industrias inherentes a la economía cerealística agraria, su ubicación debe relacionarse con la realidad social de una zona dentro un paisaje económico determinado, con sus períodos de esplendor y decadencia. Todo indica que en las riberas del Odiel, la historia molinar guarda estrecha relación con las visicitudes por las que atravesó la región.

Aguas arriba del Puente de los Cinco Ojos existen restos de tres molinos en el termino Municipal de El Campillo muy antiguos que son, sin duda, parte del importante complejo molinar que tuvo Zalamea del Arzobispo desde tiempos medievales. El último, llamado de Sopa, localizado en la junta del Odiel con el Tintillo, está muy modificado por sucesivas reparaciones y es de cubo, singularidad única entre todos los demás. Éste y el de Santa María, tras muchos cambios de estructura, fueron los últimos que molieron regularmente hasta los años veinte estando aún en la memoria de los mas ancianos el nombre de sus últimos molineros, sus trabajos, sus miserias y su incomunicación en tiempos de riada.

Siguiendo el cauce y después de pasar dicho puente, el molino viejo de Totera I (Tio Agustin) debió de moler grano de capellanías circundantes desde tiempos muy lejanos. Con fácil acceso a la ruta de la sierra y un paso bien trazado que lo unía al vado de la Posadera, su éxito como industria estuvo asegurado. Por ello siguió operativo durante siglos e incluso incrementó su producción cuando, destruidos los que maquilaban los campos de secano de El Villar, fue su única industria hasta el último tercio del siglo Diecinueve. Por ello seguramente se intentó construir otro molino, el nuevo de Totera II, que no llegó a funcionar por estar diseñado erróneamente.

Varios molinos cubrían las necesidades de las tierras que se extienden al norte de El Villar desde el camino real al barranco del Cañuelo. Eran el de Los Hoyos, La Nava y El Infierno. Los dos primeros, atípicos y mal ubicados, fueron destruidos en tiempos antiguos, por lo que de ellos se poseen escasas referencias. El último, de origen claramente medieval, trabajaba aún en 1860.
Su estructura y su historia concuerdan con una economía aldeana pobre y dominada por el poder eclesiástico durante siglos.

Estos cinco molinos pertenecieron a la demarcación de Zalamea, un pueblo de estructura latifundista donde la Iglesia tuvo siempre un notable poder social y económico. No es extraño, por tanto, que fueran muy pronto bienes de Capellanías o de hacendados del lugar. Con los molinos del río Tinto, mas numerosos, y que producían casi toda la harina de la villa desde el Medievo, pasó otro tanto .

Documentos.

Las Ordenanzas de Almonaster, que contienen varias referencias molinares, tampoco nombran molinos en el Odiel. Las orillas del río que bañan su término caen muy al sur de la población y no presentan indicios de presas por lo que se puede asegurar que la villa no poseyó ningún tipo de industria hidráulica en la zona que abarca este estudio. Sí las tuvo en Olivargas y en la rivera Escalada, por las “apretaduras”, donde se localizan los restos del molino que nombran dichas Ordenanzas .

En un libro titulado Tratado de Jurisdicción Ordinaria, editado como guía de Alcaldes en 1746 y que encontramos por azar en la aldea de El Villar, aparecen escritos en sus márgenes nombres de personas, topónimos, citas religiosas y copias caligráficas. Pero, sobre todo, los dibujos esquemáticos del molino de El Infierno, la pesca con red en su herido, un enriadero de lino. caminos perfectamente localizables hoy y el nombre de Antonio Casillas quien debió ser molinero en aquella época pues el nombre de Francisco Delgado Casillas aparece como arrendador del molino de La Nava en 1760. Pero quizás lo mas importante es que el anónimo autor de estos esquemas indicó los nombres que se usaban para designar a las piezas. Vocablos comunes todavía a finales del Diecinueve según testimonios orales de descendientes de antiguos molineros, están hoy definitivamente perdidos por falta de aplicación. Como ejemplo de pervivencia de esta terminología local en el tiempo, la palabra “ruezno” se empleaba en el lenguaje coloquial hasta hace unas décadas para designar a una persona torpe y de poco fiar y no a la turbina de álabes, pieza ya desconocida por las gentes de este entorno geográfico.

2-Título con esbozos caligráficos y un esquema del molino del Infierno. Se determina el lugar de la tolva, una piedra baza, la corona, el alfanje y la farinera. Aparecen dibujadas la bija y la muñuela.En el río “Uriel” nadan los peces. Hay un Bonaño, maestro molinero. El apellido Casillas está escrito dos veces.

4-Dibujo descriptivo del molino del Infierno bajo la advocación Ave María.
En la parte inferior aparece el nombre de otro clérigo, Don Pedro Martín Zarza de Bolaños, quien era, efectivamente, beneficiario del molino hacia 1760.
Antonio Casillas y un asno junto a los graneros. Mas abajo, el molino, con una cruz en la cubierta.
En el interior, una viga de la que pende la tolva y varios componentes nombrados por locónimos, como mudia y meaera.
El alivio es aún de palanca. Martín, molinero, regula una atajea en cuyo desagüe hay una red
de pesca.