Cuando Antoñita me dijo la primera vez que si iba a ir a la comida le dije que sí, pero realmente no lo tenía claro, al final, cuando se acercaba el día me animé y pensé que era una buena ocasión para ver a gente a las que hacía tiempo que no veía.
Y así ha sido, no sólo he visto gente que hacía mucho tiempo que no veía, sino que además he vuelto a re-conocer, a gente que si hubiese encontrado por la calle no habría saludado porque sencillamente no podría haber dicho quién era.
Eso me ha pasado con Rosa María o con Rosi, de todas formas, una vez salido de la sorpresa primera y mirado más detenidamente, allí estaban, porque tal vez cambiemos físicamente, pero hay un hilo común desde nuestros tiempos de primaria a ahora, nuestro modo de mirar, nuestras expresiones, el modo en el que nos llevamos la mano a la cara, el modo como nos reímos, todo eso parece imperturbable, fijado en el tiempo.
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