La dulce y sabrosa castaña es uno de los regalos
que depara el otoño. Además de abundante energía, aporta nutrientes que contribuyen
a reforzar la salud y que invitan a darle más protagonismo en la mesa durante
su época natural.
Existen tres grandes especies de castaños: europeos, chinos y americanos. En nuestro país crecen más de cien subespecies.
Jamás deben confundirse con la castaña de Indias (Aesculus hippocastanum), tóxica por su contenido en aesculina, pero con diversos usos medicinales.
Sustento humilde pero nutritivo
Existen tres grandes especies de castaños: europeos, chinos y americanos. En nuestro país crecen más de cien subespecies.
Jamás deben confundirse con la castaña de Indias (Aesculus hippocastanum), tóxica por su contenido en aesculina, pero con diversos usos medicinales.
Sustento humilde pero nutritivo
La
castaña, por su composición nutricional, está más cerca de los cereales. Cuando
se consume fresca, la mitad de su peso es agua. De la otra mitad en torno al
40% son hidratos de carbono, en su mayoría (85%) almidones complejos de
asimilación lenta. Esto la convierte en una saludable fuente de energía y la
hace interesante en dietas de control de peso, pues al tener un efecto saciante
más duradero ayuda a evitar el picoteo entre horas. Y realmente su aporte
calórico (196 kcal) es solo un tercio del de los frutos secos y la mitad del de
los cereales. Además contiene inulina, una fibra de efecto prebiótico.
La
castaña no destaca por la cantidad de proteínas pero su calidad es excelente,
con un perfil equilibrado de
aminoácidos esenciales. Y algo similar sucede con
sus grasas, que son escasas pero mayoritariamente mono y poliinsaturadas y, por
tanto, deseables.
En lo
que sobresalen las castañas es en su aporte de vitaminas, entre ellas la
antioxidante vitamina C y varias del grupo B. También proporcionan algo de
vitamina K. En cuanto a los minerales, destaca su aporte de manganeso, así como
de cobre y potasio.
La
medicina tradicional china dice de ellas que son de sabor dulce, naturaleza
cálida y que nutren el estómago y fortalecen el bazo y los riñones.
En
cualquier caso se trata de un alimento que, tomado con moderación, resulta alcalinizante,
astringente, antioxidante, galactógeno (favorece la producción de leche
materna), tonificante muscular y que puede contribuir a la buena salud de los
sistemas digestivo, cardiovascular y nervioso.
Mejorar su digestión
Es
cierto que las castañas tienen fama de producir gases y resultar algo
indigestas a algunas personas. En cualquier caso, no deben comerse muy verdes o
frescas, recién caídas del árbol, ya que en ese momento son más ricas en
taninos. Es mejor dejarlas unos días para que sean más digestibles y deben
pelarse bien.
Para
que no resulten pesadas conviene cocerlas con anises, semillas de hinojo,
cúrcuma o jengibre fresco, y no beber con ellas demasiada agua. Se ha de evitar
asimismo cocinarlas con mucha grasa, sobre todo animal. Este consejo no suele
observarse en la gastronomía tradicional, que a menudo la asocia a productos
del cerdo y aves, en forma de relleno.
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