En otoño el descenso de las temperaturas
y de las horas de luz pone a prueba al organismo, más vulnerable a la
tristeza, los resfriados y otros trastornos. Ciertos cambios ayudan a
tolerar el frío, reforzar las defensas y mantenerse vital.
La mejor estrategia preventiva es mantener
en buenas condiciones el sistema inmunitario. Algunas vitaminas y
minerales mejoran la inmunidad y combaten eficazmente la gripe:
Vitamina
A: ayuda a mantener en buen estado la mucosa de las vías respiratorias y
se puede encontrar en los vegetales anaranjados como la zanahoria, el
boniato, el albaricoque, la calabaza y
también la yema de huevo.
Vitaminas
del grupo B: protegen frente a las infecciones y abundan en la levadura
de cerveza, las harinas integrales y los frutos secos.
Vitamina
C: de acción antioxidante, su carencia se asocia a una menor
resistencia a las infecciones. Son ricos en ella los cítricos, el kiwi,
el tomate y los pimientos.
Vitamina E: impide la
proliferación de virus, alivia el estrés y contribuye a que las defensas
no disminuyan con la edad. En aceites vírgenes, cereales integrales,
semillas y huevo.
Vitamina D: tiene un efecto regulador del
sistema inmunitario. Para que el organismo la sintetice, es necesario
exponerse al sol. También está en ciertos alimentos como huevo y
pescado.
Magnesio: es uno de los mejores agentes para
acrecentar el poder inmunitario. Frutos secos, semillas y cereales,
además de otros vegetales, aseguran un buen aporte de este mineral.
Selenio:
su carencia puede transformar un virus benigno en maligno. En
infecciones crónicas se aconsejan dosis de 50 a 200 microgramos al día.
Sus mejores fuentes son: levadura de cerveza, algas, germen de trigo,
ajo, cebolla y col.
Cinc: interviene decisivamente en el
equilibrio del metabolismo y refuerza las defensas. Se recomienda un
suplemento de 15 mg diarios.
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