El
organismo tiene varios sistemas de defensa, como sudar, «ponerse
colorado» y ciertos comportamientos. Aún así, el calor excesivo
puede producir daños o incluso la muerte
Cuando el sol aprieta y las
temperaturas suben, el cuerpo humano pone en marcha una batería de
respuestas encaminadas a disipar
calor y a mantenerse alrededor de su temperatura habitual
de cerca de 37 grados centígrados.
Todo este conjunto de
mecanismos, conocido como, está encaminado a mantener la estabilidad
de las condiciones del cuerpo (homeostasis), para que no se produzcan
daños o errores en el funcionamiento del organismo.
Así, cuando sufrimos
temperaturas elevadas de cerca de 40 grados centígrados y el sol nos
castiga, hay un punto crítico a partir del cual el organismo
comienza a defenderse. De un modo
similar al del termostato de un climatizador, cuando el
cuerpo detecta que la piel está por encima de cierta temperatura,
comienza a hacer lo posible por refrescarse.
El hipotálamo, una región
del cerebro que controla funciones vitales básicas, activa la
respuesta de sudación, que consiste en la secreción
de agua y sales (sudor) para disipar el calor de
la piel. Este «truco» aprovecha que el agua tiene un elevado calor
de vaporización, es decir, que al evaporarse absorbe mucho calor, y
por eso sudar o bañarse genera esa sensación refrescante.
Además de empapar la
camiseta, el hipotálamo activa otra respuesta conocida como
vasodilatación
periférica o cutánea, que es lo que ocurre cuando
la piel se enrojece y nos ponemos
colorados cuando hace calor o cuando hacemos ejercicio y
generamos un exceso de calor. Los capilares y demás vasos sanguíneos
que transportan la sangre se ensanchan en la parte más externa del
organismo, de modo que la sangre del interior se acumula en el
exterior y libera calor. Sería algo así como el líquido
refrigerante del motor de un coche. El agua se calienta en el motor y
va al radiador para liberarlo al exterior.
Lugar donde se encuentra el hipotálamo (en rojo) |
Además, este centinela de la
temperatura que es el hipotálamo ralentiza
algunas funciones del
metabolismo
para producir menos calor.
Y por último, y lo que no es
menos importante, las personas recurren a varias soluciones para
evitar el calor, como ponerse a
la sombra, refrescarse, beber agua o echarse la siesta, al
igual que muchos otros animales.
Daños causados por el exceso de calor
Aún así, cuando nada de
esto es suficiente, se pueden producir daños por exceso de calor en
el organismo (hipertermia). Pueden aparecer calambres
en los músculos y una sensación de agotamiento
relacionada con la pérdida de líquidos a través de la sudación y
la respiración (en el aliento se pierde bastante humedad).
Además, a causa de la
vasodilatación periférica (del enrojecimiento de la piel que disipa
calor), disminuye el flujo de sangre en los órganos internos y puede
bajar la tensión arterial. Por último, si la persona sigue sometida
al calor extremo, puede sufrir una insolación o golpe de calor.
En estos casos, aparece dolor
de cabeza, confusión, pérdida de la conciencia, aumento de la
frecuencia cardiaca, disminución de la presión arterial, y si la
temperatura aumenta hasta los 42 o 43 grados centígrados, se produce
daño cerebral o incluso la
muerte.
gonzalo lópez sánchez
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