07 mayo 2009

EL RIO ODIEL ( I X )

Ricardo Gómez Ruiz

La cabra y la oveja se nutren del monte y de la vega; el cerdo, no. La montanera necesita de una mas racional explotación del árbol para incrementar su producción de frutos. La introducción de cerdos en la comarca hubo de cambiar progresivamente el paisaje al transformar las masas boscosas en dehesas de encinas, alcornoques y quejigos . La adecuación ecológica de los recursos a las nuevas técnicas agrícolas no parece haber sucedido en fechas inmediatamente posteriores a la cristianización, según se deduce de los documentos mas antiguos. La escasa población de origen islámico que subsistió a la conquista y los nuevos pobladores debieron vivir un régimen económico social de campos abiertos donde los vecinos podían instalarse libremente, sin las limitaciones de la propiedad comunal . Este sistema libre de la explotación de recursos fue modificándose con el tiempo, con normas y ordenanzas, por criterios de buen gobierno y rentabilidad sostenida.
El cuidado del árbol, la especialización que requiere su aclarado, la contínua vigilancia y los manejos necesarios en la industria chacinera hubieron de ir cambiando no solo la ordenación de los recursos botánicos sino también la modalidad de poblamientos y las normas de convivencia. Es entonces cuando aparecen los Concejos de regimiento y la regulación y uso del entorno agrario mediante las Ordenanzas Municipales. El musulmán era un hombre fundamentalmente urbano que, al menos en estas tierras, vivió en poblados de cierta entidad o cerca de ellos, sin alejarse excesivamente de su periferia. Suponemos una masa campesina de pastores, aparceros y pequeños propietarios habitando los bosques de manera estacional con extensas zonas prácticamente vírgenes.

Todo ello cambió con la cristianización. Los nuevos amos de la tierra, en los inicios del Siglo XIV, dieron al árbol un valor extremo, de supervivencia. Y, para mantenerlo en producción, comienzan la rotulación y manejo de zonas antes cubiertas por bosque mediterráneo. Son varias las citas de archivo que se refieren al cuidado del encinar, a la estricta reglamentación del “fructo de bellota”, a las leñas y su aprovechamiento, al deber de “hacer encinas”, a los limitadísimos permisos de corta que reflejan las normas concejiles y determinan, sobre todo, las Ordenanzas Municipales cuyos orígenes son claramente anteriores a su aprobación . Y todo ello en un paisaje rural donde se crean nuevos núcleos urbanos “en lugares de antiguo despoblados”, organizando en ellos Concejos y parroquias .

De la importancia que el cerdo tuvo para el cristiano de la época en esta zona da fe el que rara es la manifestación de arquitectura popular donde no esté presente la majada. Y a veces llegó a tal extremo la dependencia de la vida rural con la montanera que en las ruinas de una aldea medieval abandonada, localizada cerca de la zona de estudio, el trazado de las casas se planificó como un baluarte alrededor de las cochiqueras comunales .
Para aquellos cristianos, el vino fue principalmente alimento y especie imprescindible en el Misterio de la Transustanciación. Conocido por los mahometanos a pesar de la prohibición coránica , ni en las épocas de mayor relajación de costumbres fue permitido el viñedo extenso en al-Andalus para la vinificación. La uva era consumida en fresco o en forma de pasas. Con la llegada de los cristianos, en estas tierras comenzaron a sembrarse hanegadas de cepas y las viñas fueron ya, durante largos siglos, parte del paisaje periférico de las villas, aldeas y lugares. Reguladas estrictamente por los Concejos en sus tiempos de esquilmo y laboreo, en su acceso a ellas de personas y animales , de aquellos pagos, antaño cubiertos de sarmientos, se conserva aún hoy una variada toponimia .

Los conquistadores provenían en su mayor parte de terrenos cerealistas de Castilla y León, de los Campos Góticos, de las tierras de pan llevar mesetarias. Traían una cultura de secano, de siembras por año y vez con barbecho y aceptables resultados. Y la aplicaron en estos montes con escaso éxito. A golpe de arado tirado por bueyes y vacas iniciaron la rotulación de zonas no aptas para trigo y cebada, aclarando el bosque y sembrando gramíneas entre los pies de encina. En sus intentos de paliar los pobres rendimientos mediante la siembra por extensión, se accedió a terrenos incultos cubiertos de matorral . Estas técnicas rudimentarias, complementadas con escaso abono orgánico, rozas y quemas, hubieron de mostrarse poco productivas . La pobreza de la capa arable, la climatología y lo fragoso del terreno han dado siempre a estos suelos con clara vocación forestal una escasa rentabilidad agrícola, demostrable tanto por la documentación histórica como por recientes experiencias de postguerra .

Tres aportes culturales cristianos: la montanera, el cultivo de la vid y la siembra extensa de secano. Con su implantación en estas tierras comienza la modificación de los paisajes primegenios, organizando el entorno de las poblaciones bajo una nueva perspectiva ambiental. Las rotulaciones hubieron de comenzar con los inicios del Siglo XIV, tras la despoblación que conllevó la conquista y con el asentamiento definitivo de nuevos colonos para los que eran vitales la carne, el vino y el pan.

Pero esta nueva organización social que se iniciaba requería algo mas que las simples técnicas de siembra y recolección estacionales. Los elementos productivos básicos, el cerdo, la uva y el cereal, necesitaban de industrias de transformación mas complejas que las usadas por los pueblos islámicos. Consecuencia de esta misma exigencia es la aparición en estas tierras de nuevos ingenios y útiles diversos. Tras el guerrero que posibilita el acceso y del colono que inicia el repoblamiento, se asienta en las áreas conquistadas todo un mundo de oficios nobilísimos, entroncados en la mas pura tradición gremial castellana: carpinteros de taller y de “fuera” , herreros, curtidores, toneleros y maestros de lagar entre otros. Usando básicamente materiales comunes como hierro de forja , maderas de diferentes especies de árboles, cal, arena, piedra y ladrillo, se fabricaron los primeros artefactos para una incipiente industria que iba a perpetuarse hasta mas allá de sus orígenes medievales.

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