14 mayo 2009

EL RIO ODIEL ( X )

Ricardo Gómez Ruiz


Una variada gama de ingenios se suceden. Fueron aportaciones culturales cristianas que no hicieron desaparecer los antiguos artilugios. Junto a los nuevos ingenios como prensas de tórcula, lagares, batanes y molinos de eje vertical siguieron empleándose las máquinas islámicas como balancines de huerta, norias de linterna y ruedas de palas. Y sin que mediara un largo proceso de asimilación porque ya en los inicios del Siglo XIV trabajaban en los tramos finales del Odiel las aceñas árabes junto a los molinos castellanos , posibilitando una cultura agraria tan eficaz que subsistió a los cambios económicosociales y que ha llegado, sin apenas variaciones estructurales, prácticamente hasta nuestros días.

En la agricultura, el mundo cristiano aportó también técnicas de arada con vertedera y la generalización del abono orgánico de los estercoleros comunales . Los pagos junto a los poblamientos se transforman en cercados de labor mediante la enmienda con material mas fértil y en los que la pared de piedra es, casi siempre, no solo límite de propiedad sino también muro de contención a las tierras de acarreo. Aparece el huerto familiar con aportes hídricos de regatos y fuentes públicas. En ellos se siguió usando la “cigüeña” islámica (Foto 9).

El paso del tiempo poco hubo de cambiar unas normas de vida de origen cristiano medieval. Entre la escasísima información que hemos podido hallar aplicable a esta comarca a mediados del Siglo XIV existe un documento por el que sabemos que, por estas fechas, no estaban aún formados los Concejos en...”logares desta dicha Iglesia de Sevilla”..., pero sí definidas las dehesas boyales y señalizados los lugares y pasos de transhumancia. Otro documento posterior, de 1408, complementa la información del primero, cuando se dirime un pleito en el Concejo de Zalamea .

El Siglo XV nos presenta una sociedad jerarquizada, ruralismo, hambrunas y pestilencias bajo la sombra dominante de una Iglesia todopoderosa . También bandolerismo y carestías. Y conatos de apropiación de tierras eclesiásticas y realengas por el poder aristocrático .

A principios del Siglo XVI aparecen las primeras referencias a molinos en la zona aunque sin duda estos ya estaban siendo utilizados tiempos atrás en los cursos de agua. Al paso de los años, la información aumenta con descripciones naturalísticas de gran interés donde se presenta un cuadro social que poco había cambiado en el transcurso de los años: régimen feudal, profusión de Capellanías eclesiásticas. escasez de recursos y extensos bienes comunales administrados por los respectivos Concejos.

Estudiando los documentos de archivo de aquellos años se intuye que, en un mundo rural marginado en su propia lejanía y anclado en sus usos ancestrales, poco importaban los grandes acontecimientos que marcaron el destino de España como nación. No hemos hallado referencias interesantes a las grandes empresas oceánicas ni al inexorable declive del Imperio. Incluso hechos tan relevantes como el intento de independencia de Andalucía. la definitiva desmembración de Portugal y las guerras de Cataluña solo se atisban por las inevitables levas e impuestos especiales. Casi toda la documentación a la que hemos tenido acceso para los pueblos de la comarca hacen referencia a temas localistas o, cuando mas, a normas de relación entre las villas y los centros de decisión administrativa de los que dependían: el Arzobispado hispalense, la Casa Ducal de Medina Sidonia y raramente la capital del reino o la Cancillería de Granada.

Solo hacia 1750 la información se hace mas variada y precisa. La administración local de estos pueblos da respuesta a los capítulos del Interrogatorio para la Unica Contribución e inmediatamente después se realiza el censo riguroso de bienes, tanto de civiles como de eclesiásticos, del Catastro de Ensenada. Asentadas las bases de la administración borbónica,la región entra en un período de desarrollo agrícola notable, con una nueva fase de rotulación de tierras. Se nota cierta modernidad en los sistemas de producción, el comercio se activa con nuevos mercados y las clases dominantes, situadas entre el latifundismo, la industria y la transacción de bienes, es decir, las actividades mas rentables económicamente, van a acumular cada vez mas riqueza y poder político. Aparecen los primeros apellidos de terratenientes en Calañas .

La Iglesia de la época conserva intactos, como en épocas medievales, sus derechos económicos así como su enorme influencia como regidora de conductas sociales. El eclesiástico del Antiguo Régimen sigue siendo en estos pueblos guía espiritual, consejero en los mas variados asuntos,
detentador de la cultura oficial y hasta juez en diversos pleitos. En el proceso de desarrollo que experimenta la sociedad hacia la segunda mitad del Siglo XVIII se reforman algunos molinos y batanes mejorando sus accesos, puentes y caminos. La vieja ruta medieval que, desde Sotiel, conectaba todas las industrias maquileras asentadas en el río (Foto 10), presenta una actividad inusitada, con recuas cargadas de costales, voces arrieras y girar de rodeznos. Es la edad de oro de la molinería hidráulica en la zona. Los excedentes agropecuarios propician un activo comercio con zonas tan alejadas entonces como Cádiz, Salamanca o Granada De los años ochenta, en un corto período de recesión económica debida a los malos años , son los conocidos cuestionarios de Don Tomás López de Vargas Machuca, “geógrafo de los dominios de Su Magestad”, a los que dan respuesta los curas mas ilustrados de estos lugares. Gracias a ellos poseemos una completa visión ecológica y social de la región en las postrimerías del siglo.

Desde los lejanos tiempos medievales la evolución social de estas áreas no habían experimentado cambios apreciables. El régimen de propiedad de la tierra era en su mayor parte comunal y, aunque comienzan a aparecer terratenientes de cierta entidad, son la Iglesia y los Concejos los mayores latifundistas. El patrimonio eclesiástico se incrementa a lo largo del tiempo por donaciones testamentarias y fundación de Capellanías que estaban, por lo común, arrendadas en justiprecio. Las tierras realengas y los minifundios tenían escasa entidad en estas áreas .

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